En la era digital, donde las pantallas son una parte integral de nuestras vidas, es común que enfrentemos desafíos relacionados con la concentración y las interacciones personales.

Les presentamos situaciones que pueden resultar familiares, junto con algunas recomendaciones para hacer un uso más saludable de las pantallas.

Situación “Cada vez me cuesta más concentrarme en una tarea determinada”

La concentración es un estado que parece cada vez más difícil de alcanzar. Sin embargo, continúa siendo fundamental para el aprendizaje y la ejecución de actividades complejas.

Según los expertos, uno de los factores que perjudican nuestra capacidad de enfocar la atención es la exposición continua a los estímulos de las pantallas. Un dato: 7 horas al día es el promedio de uso de celular en adultos.

¿Qué podemos hacer para promover la concentración en el hogar?

• Diseñar un entorno offline y online libre de distracciones: para lograr concentrarnos en la lectura de un libro o una conversación con nuestros hijos, por ejemplo, es conveniente apartar las pantallas por un momento y propiciar un entorno tranquilo.

• Quitar las notificaciones en el dispositivo móvil, colocar las aplicaciones que más nos distraen en una carpeta específica y limitar el tiempo de uso: herramientas de control como por ejemplo “Bienestar Digital” son estrategias que ayudarán a limitar las distracciones en nuestro entorno online.

• Tener un objetivo claro y alcanzable: esto puede proporcionar un propósito y facilitar la concentración en la actividad en cuestión. También, fijar ciertos momentos para tomar un descanso. Lo ideal en este caso sería: dejar las pantallas a un lado, dar un paseo al aire libre o simplemente moverse, para activar el flujo sanguíneo y descansar la vista.

• Hacer una tarea por vez: los humanos no somos buenos realizando más de una tarea al mismo tiempo: incluso cuando creemos que lo hacemos, por ejemplo al revisar los correos en el celular mientras leemos un libro, en realidad, solo estamos saltando de una actividad a otra, sin llegar a profundizar en ninguna de ellas. Evitar superponer tareas, ayuda a ejercitar la capacidad de concentración.

Situación “A veces desbloqueo mi celular sin saber para qué”

Los adultos desbloqueamos nuestro dispositivo móvil entre 80 y 150 veces al día y, muchas veces, lo hacemos sin tener un objetivo claro. Lo que sí está claro es el por qué: las aplicaciones están diseñadas para captar nuestra atención y obtener nuestros datos. De esa manera, sus creadores generan dinero y maximizan sus ganancias.

Algunas ideas para cambiar este hábito:

• Establecer horarios específicos del día para revisar los dispositivos o para ingresar a ciertas aplicaciones adictivas ayudará a evitar el desbloqueo constante e impulsivo. También, podemos establecer límites de tiempo para las aplicaciones que más usamos y activar el modo “sin distracciones”.

• Desactivar las notificaciones innecesarias para evitar interrupciones y mantener tu atención en lo importante.

• Meditar o practicar la atención plena con regularidad entrena la mente, ayudando a desautomatizar acciones y regular nuestros impulsos.

Situación “Cuando converso con mis amigos o familia, siempre dejo mi celular a un lado”

En un mundo digital que compite por nuestra atención y promueve la sensación de que siempre nos estamos perdiendo de algo, es fácil caer en la trampa de distraernos con el celular. Incluso en momentos valiosos, como conversaciones con amigos o familiares.

Sin embargo, las interacciones significativas son fundamentales para fortalecer nuestras relaciones.

Respecto de la conversación y el encuentro con otros, los expertos afirman que:

• La conversación cara a cara es lo más humano que hacemos y lo que más humaniza: requiere que estemos plenamente presentes para el otro y que aprendamos a escuchar. “Es lo que los seres humanos anhelamos y lo que nos proporciona la sensación de comunidad y de pertenencia que necesitamos para desarrollarnos” (1).

• La conversación atenta de los padres con sus hijos, por ejemplo, les permite a los chicos verbalizar sus sentimientos y desarrollar la confianza y la autoestima, además de la empatía.

• Estar con personas queridas, reír, contar y escuchar historias, bailar con ellos, genera endorfinas, que son el mejor medicamento antidepresivo que podemos tener. Las endorfinas, además, activan el sistema inmunológico, lo que ayuda a prevenir y/o curar más rápido las enfermedades.

Situación “Cuando necesito calmar a mi hijo, muchas veces le presto mi dispositivo”

Ofrecer un dispositivo electrónico como respuesta al malestar o aburrimiento de tu hijo no es la opción ideal. Recordemos que la Sociedad Argentina de Pediatría sugiere 0 pantallas hasta los 2 años y luego hacer una inmersión gradual a la exposición.

Es importante no recurrir a las pantallas para calmar o entretener, ya que el niño o la niña podría comenzar a verlas como el único medio para sentirse mejor.

Ante esta situación es recomendable:

• Tomarse el tiempo para conversar con tu hijo e intentar calmarlo: se recomienda utilizar un tono de voz suave, pausado y explicativo para poder tranquilizar y acompañar la emocionalidad.

• Incorporar técnicas de respiración o mindfulness: puedes enseñarle ejercicios de respiración profunda, por ejemplo, inflar la panza como un globo y luego soltar el aire lentamente.

• Aparta un tiempo de tu agenda para jugar o para incentivar a que realice una actividad que disfrute: muchas veces cuando los niños expresan malestar o aburrimiento pueden estar necesitando nuestra atención.

Situación “Lo primero que hago cuando me levanto, es mirar mi teléfono”

Empezar el día mirando el celular puede significar acceder a un bombardeo de información en apenas pocos segundos. El cerebro comienza a despertarse y ya está expuesto a decenas de datos, notificaciones, mensajes que pueden generarnos ansiedad y sobrecarga cognitiva.

Algunas alternativas para evitar mirar el teléfono en la mañana son:

• Dormir con el celular afuera del dormitorio y utilizar un reloj despertador clásico para levantarnos.

• Levantarse, tomarse el tiempo para desayunar y luego revisar el teléfono.

• Desayunar en familia y revisar el teléfono una vez que comience el horario laboral.

Situación “Siempre me reservo un momento del día para jugar con mis hijos”

Cuando son pequeños, el juego simbólico mediado por los adultos es la puerta de entrada al mundo. Esas interacciones conforman el espacio donde comienzan a desarrollarse la capacidad motora, las emociones, la comunicación y la adquisición del lenguaje.

Jugar con los hijos no solo es una forma de pasar tiempo juntos, sino que tiene un impacto significativo en su desarrollo integral.

Compartir tiempo de calidad trae numerosos beneficios para su salud:

• Aumenta de autoestima y confianza .

• Ayuda a desarrollar el lenguaje, las destrezas matemáticas y sociales e incluso a sobrellevar el estrés.

• Fortalece la díada familiar padres-hijos.

• Actúa como espacio de encuentro y desarrollo evitando que las pantallas monopolicen la rutina familiar.

En conclusión...

Encontrar un equilibrio entre el uso de pantallas, nuestros hábitos e interacciones personales es esencial para nuestro bienestar. Las estrategias compartidas nos permiten mejorar la concentración, fomentar conversaciones significativas y crear momentos de calidad con nuestros seres queridos.

A través de pequeños cambios en nuestra rutina, podemos recuperar el control sobre nuestro tiempo y atención, priorizando así las conexiones humanas que realmente enriquecen nuestras vidas.

(1) Newport, C. (2021). Minimalismo digital. Barcelona, España, Editorial Planeta S.A