La comunicación familiar permite construir un clima de convivencia donde nuestras necesidades y objetivos familiares se cumplan.

Dialogar no solo implica hablar, sino también saber escuchar. Un error común entre los adultos es creer que mantenemos una buena comunicación con nuestros hijos solo porque hablamos mucho con ellos.

Para que el diálogo sea efectivo, la escucha es esencial.

La escucha no es un proceso automático y va más allá de simplemente oír, implica comprender y darle sentido a lo que se oye.

En este intercambio, además, debemos intentar entender lo que siente esa persona, empatizando con lo que está experimentando para observar la situación desde su perspectiva.

Nadie nace sabiendo

Conocer lo que nuestros hijos piensan y sienten al momento de definir acuerdos sobre el uso de las tecnologías digitales, es clave para construir un entorno familiar basado en la comunicación, la confianza y el respeto mutuo.

Los límites protegen y no se trata solo de expresarlos, sino de sostenerlos en el tiempo. Para lograrlo, es clave generar espacios que promuevan el diálogo y fomenten la predisposición de nuestros hijos a aceptar las decisiones que tomamos para protegerlos.

Es probable que sean más receptivos si establecemos un lugar y momento determinado para conversar cara a cara, dando lugar a la participación, la escucha y la explicación de nuestras decisiones, en lugar de imponer límites de manera abrupta.

Los niños y adolescentes necesitan la guía de los adultos para aprender a navegar los entornos digitales de forma adecuada y segura, incorporando hábitos saludables respecto a su uso.

5 tips para diseñar el entorno y guiar la conversación

• Enfocarse en el comportamiento y no en la persona: si convertimos el comportamiento en una característica de la persona con frases como "sos un adicto a los videojuegos", entonces cualquier posibilidad de cambio parece inalcanzable. Al enfocarnos en el comportamiento y no en la persona, por el contrario, facilitamos una mayor receptividad hacia lo que se busca cambiar.
• Abordar un tema a la vez: no saturar las conversaciones con diferentes frentes ayuda a lograr mayor claridad y enfoque.
• No acumular las emociones negativas: es más fácil resolver pequeños conflictos a medida que surgen. A su vez, establecer acuerdos previos ayuda a que los niños sepan qué se espera de ellos. Abordar los conflictos en el momento y reiterar los acuerdos pautados reducirá la acumulación de emociones negativas.
• Centrarse en el presente: enfocarse en el hoy ayuda a construir cambios para el futuro. El pasado podemos usarlo de forma constructiva para retomar conductas positivas olvidadas en el presente.
• Ser específico y concreto: para lograr cambios hay que ser claros en lo que deseamos modificar. Formulaciones precisas como “Para que tengamos conversaciones en la mesa, ¿qué les parece si a partir de mañana cenamos sin usar los celulares?” resultan muy efectivas.

Crear un clima de comunicación efectivo para sostener dinámicas alineadas con nuestros propósitos y los de nuestros hijos no es una tarea sencilla. Habrá obstáculos, avances y retrocesos. La clave es mantener una escucha atenta e intervenir proactivamente cuando veamos que la dinámica no está funcionando como deseamos.

F. Labrador Encinas, A. Requesens Moll Mayte, H. Fuentes (2018) Guía para padres y educadores sobre el uso seguro de Internet, móviles y videojuegos